La mayor parte de mi vida la he pasado caminando, literalmente caminando (jamás se me ocurriría correr), y es por eso que me detengo en cuanto puedo a observar lo que se me cruce y no sé si será por locura o vejez o las dos cosas juntas que algo, cualquier cosa u olor me remonta al pasado y lo veo ahí cerquita como si por algún pase mágico me transportara a él
¿raro no? ¡bah, digo! nadie me contó haber pasado pòr estas visiones...
bueno visiones es una manera de decir,
¡ma sí! visiones,
son visiones
Cuando camino por alguna calle de tierra con tapiales de libustrina, vienen a mí corriendo con los bracitos abiertos las tres rubiesitas con las narices tiznadas para besarme en la bienvenida...
veo un bombeador y recuerdo al instante la alegría que me provocó verlo llegar al Bichi con ese tremendo aparato al hombro, entonces me pareció tocar el cielo con las manos , un futuro venturoso en donde no teníamos que cargar baldes con esa bomba pesada para lavarnos o cocinar...
y lo veo llegar ¡juro que lo veo!:
pelo largo, transpirado y feliz
Otros días respiro el aire con ese olor característico que brota de la tierra mojada y se me aparecen mis hijas zarandeandola para prepararla y que al fin prendiera ese exquisito jazmín paraguayo
Veo, veo, veo
Y lo que veo a pesar de tantas necesidades y esfuerzos, digo lo que veo me hace feliz tanto como lo hizo en su momento y aunque a veces lo añore y sepa que no es sano quedarse en el tiempo nunca está demás recordarlo y ver como llegamos hasta aquí .
¡En fin! y como quien no quiere la cosas dos por tres lloro,
porque como cantaba la Nacha:
¡cuando se es boludo, se es boludo!
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