A la mina no había con qué darle.
Primero se quejaba de la carga que le pesaba sobre sus hombros, fue por eso que le dieron unas vacaciones, cortas, pero vacaciones al fin.
Los tuvo a todos los que la rodeaban en vilo con tanto plan de recursos para el ocio
se cargó en sus petates miles de libros ¡bah! cuatro o cinco!, barajas, cuadernos para escribir sus memorias, acrílicos y pinceles para plasmar sus colores primarios, además le sumó carbonilla para intentar dibujar y bue...todo eso para que una vez en el sitio se levantara llena de polvo,y apoyando los codos sobre la mesa entrara a revolear los ojos sin saber para donde rajar.
Pensó si fue acertado viajar, empezó a pintar y no le gustó, empezó a escribir y se dijo que no tenía nada importante que decir, la lectura quedó en el olvido y se maldijo por pensar solamente en comer y beber
tooodas las vacaciones planeadas se redujeron a eso y se dijo again ¿estaré mal?
Luego se contestó que ¡má sí! las vacaciones no se pueden planear!
las vacaciones son hacer lo que se te viene al cruce sino van a pensar que a uno no hay nada que le venga bien ¿no?
Fue así que empezó a pasarla bomba y chau picho!
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