lunes, 26 de julio de 2010

Historias de tantos muchos

Yo no sé porqué era, si porque el sol brillaba más entonces
o es que las nubes tenían otra textura.
No sé, pero los atardeceres eran más rosados que ahora.
Puede que sea que no había asfaltos que lo opacaran
o quizás era porque el sol  se reflejaba más fuerte
 en las cabecitas doradas de nuestras hijas
 corriendo por las calles de tierra en La Paloma.
Lo cierto es que cuando cierro los ojos
 o cuando los abro, como hoy, al amanecer
 transito por sus cuerpitos sudoros bañados en un polvo juguetón
con risas tintineando como chapitas de gasosas en un alambre
Sigo nutriéndome de aquellas imágenes
 para disfrutar de este presente y esperar
 con la certeza que  sólo tienen los niños
de que mañana
 será un día tan lindo como el de hoy

No hay comentarios: