jueves, 29 de mayo de 2008
A ver ¿quién vota por el sí a esta propuesta de Quino?
La vida debería ser al revés.
Se debería empezar muriendo y así ese trauma quedaría superado.
Luego te despiertas en un Hogar de ancianos mejorando día a día.
Después te echan de la residencia porque estás bien y lo primero que hacés es
cobrar la pensión.
Luego, en tu primer día de trabajo te dan un reloj de oro.
Trabajas cuarenta años hasta que seas bastante joven como para disfrutar del retiro de la vida laboral.
Entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas el sexo,
no tienes problemas graves.
Y luego te preparas para empezar a estudiar.
Empiezas el cole, jugando con tus amigos sin ningún tipo de obligación hasta que seas bebé.
Y los últimos nueve meses te la pasas flotando tranquilo, con calefacción central, roomservice etc, etc...
Y al final...
¡Abandonas este mundo en un orgasmo!
Se debería empezar muriendo y así ese trauma quedaría superado.
Luego te despiertas en un Hogar de ancianos mejorando día a día.
Después te echan de la residencia porque estás bien y lo primero que hacés es
cobrar la pensión.
Luego, en tu primer día de trabajo te dan un reloj de oro.
Trabajas cuarenta años hasta que seas bastante joven como para disfrutar del retiro de la vida laboral.
Entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas el sexo,
no tienes problemas graves.
Y luego te preparas para empezar a estudiar.
Empiezas el cole, jugando con tus amigos sin ningún tipo de obligación hasta que seas bebé.
Y los últimos nueve meses te la pasas flotando tranquilo, con calefacción central, roomservice etc, etc...
Y al final...
¡Abandonas este mundo en un orgasmo!
domingo, 11 de mayo de 2008
Cuento con moraleja
Un señor va de cacería al Ãfrica y lleva a su perrito.
Un día, el perrito se aleja del grupo, se extraví¬a y comienza a vagar solo por la selva. En eso, ve a lo lejos que viene una pantera enorme a toda carrera. Al ver que la pantera lo va a devorar, piensa rápido qué hacer. En eso ve un montón de huesos de un animal muerto y empieza a mordisquearlos.
Cuando la pantera está¡ a punto de atacarlo, el Perrito dice:¡Ahhh, qué rica pantera me acabo de comer!!!
La pantera lo alcanza a escuchar y frenando en seco, gira y sale despavorida pensando:¿Quién sabe qué animal será¡ ese?.......¿A ver si me come a mí también ???!!!
Un mono que andaba trepado en un árbol cercano, oyó y vio la escena... Sin más, salió corriendo tras la pantera para contarle cómo la habí¬a engañado el perrito:¡Cómo serás de boluda... Esos huesos ya estaban ahí¬! Además ¡es sólo un simple perrito!
La pantera, recontra caliente, sale corriendo a buscar al perrito con el mono montado en el lomo.
El perrito ve a lo lejos que viene nuevamente la pantera con el mono y se da cuenta de la 'buchoneada'. ¿Y ahora qué hago?- piensa todo asustado.
Entonces, en vez de salir corriendo, se queda sentado dándoles la espalda, como si no los hubiera visto, y en cuanto la pantera está¡ cerca de atacarlo de nuevo, el perrito exclama: ¡Este mono hijo de pu..., hace como media hora que lo mandé a traerme otra pantera y todavía no aparece !!!
MORALEJA: EN MOMENTOS DE CRISIS, LA IMAGINACION ES TAN IMPORTANTE COMO EL CONOCIMIENTO, LA AUDACIA MÃS QUE LA FUERZA; Y LA PÉRDIDA DEL MIEDO, PUEDEN CONTRA TODO MAL Y ATAQUE ARTERO.
Procura ser imaginativo como el PERRITO, evita SER BOLUDO como la PANTERA. Y NUNCA, PERO NUNCA: SEAS TAN HIJO DE PU.. COMO EL MONO!
El ajedrez y la Defensa Siciliana
Supe del juego desde chiquita cuando por jugar una partida a mi Viejo se le olvidó de mi existencia y entré a caminar por las vías del tren.
Aún retengo la imagen de esa rubia grandota que me tomó de la mano y me dijo:
-"Yo a vos te conozco...¿qué haces solita por acá?"
y me llevó a casa.
Fueron mis inicios en el "juego ciencia".
Por las noches en casa sólo se lo veía al "hombre" cuando no había torneo y si se le escapaba la liebre y no se inscribía en ninguno, siempre era bueno el momento para despejar lo que hubiera sobre la mesa y deslizar el pesado elemento de madera donde se apoyaban los "cositos ésos" .
Moverlos, mirarlos, moverlos mirarlos moverlos mirarlos hasta que la cabeza necesitara soporte y ahí blandía su mano izquierda, codo sobre la mesa, cabeza sobre su mano...
Miraba como miraba el Sargento Saunders en Combate,( la serie) a los mapas para planificar el ataque y, efectivamente eso era: un ataque.
No sabía cual era el negocio estar ahí con cara de sufrimiento si se decía que era un juego.
Entonces no lo sabía, ahora lo sé: le gustaba sufrir
Fue así que con el correr de los años supe ver a mi Viejo ("el hombre") alterado, sonriente, ofuscado, soñador...siempre dependiendo su estado de ánimo del compás de las pérdidas o ganancias en las partidas.
También supe de grandes ausencias (torneos en el interior del país) o cortas ausencias (torneos de ping-pong de ajedrez por las noches).
El ajedrez fue el responsable de sus "no" presencias cuando estuve enferma, cuando mi Vieja estaba enferma, cuando había un cumpleaños y no se iba por algún torneo y así...años y años...
Cuando la Vieja murió sabía ubicarlo a Él como era lógico en el Club, un lugar de antología, una vidriera en donde se exponen los más maravillosos especímenes para estudiar.
El Viejo supo seguir llenando esos vacíos en ese Club y porque era despues de todo Su hogar, fuese donde fuese, se casara con quien se casara a todos y a todas siempre "nos visitó" pasó por nuestras vidas y siempre volvió a Su Club, Su hogar. Fue donde eligió vivir y donde lo hallaron una madrugada en el piso, cerca de los tableros que tantas veces vapuleó...
y ahí está todavía gritando ¡Jaque mate! para
todos
miércoles, 7 de mayo de 2008
Vecina de los Flanders
Y sí...yo fuí vecina de los Flanders, sólo que los conocíamos como a los Castillo.
Tenían dos varoncitos; la Mamá y el Papá eran un lujo de beatificación y cuando uno los miraba ya, inmediatamente porque sí, se sentía culpable.
Y así andaban por la vida con sonrisas suaves que vienen a ser ésas que están como estampadas en la cara...
...ésas que casi son una media sonrisa, sólo que al mirarlos se transformaban en las más grandes sonrisas que una boca pueda dar, en fin andaban así.
Doña Flor (juro que así se llamaba) tenía un rodetito, resultante de un pelo estiradísimo hacia la nuca, como una Nati Mistral o una Ana María Campoy, así.
A Él, Don Carlos siempre se lo veía inclinado, como pidiendo perdón por la interrupción...era muy moreno por eso su sonrisa se nos hacía más franca, más sonrisa.
Sus hijos (¿dónde andarán sus hijos?) jugaban conmigo por el paredón de la medianera al verdulero, me veo subida a un banquito pidiendo papas o pagando con sucias piedritas, a ellos se los veía poco en la calle, iban a una escuela religiosa algo así como el Colegio Agustiniano creo, así que estaban todo el día dale que dale con las tareas.
Nosotros entretanto en la vereda de ellos que tenía un murito con jardín, nos sentábamos a cuerear a alguien o a quejarnos de nuestros viejos exigentes, imaginense, querían que estuviésemos como los chicos Castillo, adentro y sobre la mesa, escribiendo o sumando o calcando...
¡Los Castillo!
el ejemplo del barrio, nunca una puteada, nunca una carajito, el adentro para ellos era un sí, chau chicos y adentro! ...los Castillo.
Hoy no sé porqué me acordé de ellos, será que me crucé con un morochito parecido a Carlitos, el Castillo que decía ser mi novio, mi primer novio, el novio de la medianera el que me cubría cuando me picaban en la escondida y que aceleraba las patitas para gritar ¡piedra libre a todos mis coommmpañeros!!!!!!!
Ay , sí, sí yo viví al lado de los Flanders y a mucha honra.
Tenían dos varoncitos; la Mamá y el Papá eran un lujo de beatificación y cuando uno los miraba ya, inmediatamente porque sí, se sentía culpable.
Y así andaban por la vida con sonrisas suaves que vienen a ser ésas que están como estampadas en la cara...
...ésas que casi son una media sonrisa, sólo que al mirarlos se transformaban en las más grandes sonrisas que una boca pueda dar, en fin andaban así.
Doña Flor (juro que así se llamaba) tenía un rodetito, resultante de un pelo estiradísimo hacia la nuca, como una Nati Mistral o una Ana María Campoy, así.
A Él, Don Carlos siempre se lo veía inclinado, como pidiendo perdón por la interrupción...era muy moreno por eso su sonrisa se nos hacía más franca, más sonrisa.
Sus hijos (¿dónde andarán sus hijos?) jugaban conmigo por el paredón de la medianera al verdulero, me veo subida a un banquito pidiendo papas o pagando con sucias piedritas, a ellos se los veía poco en la calle, iban a una escuela religiosa algo así como el Colegio Agustiniano creo, así que estaban todo el día dale que dale con las tareas.
Nosotros entretanto en la vereda de ellos que tenía un murito con jardín, nos sentábamos a cuerear a alguien o a quejarnos de nuestros viejos exigentes, imaginense, querían que estuviésemos como los chicos Castillo, adentro y sobre la mesa, escribiendo o sumando o calcando...
¡Los Castillo!
el ejemplo del barrio, nunca una puteada, nunca una carajito, el adentro para ellos era un sí, chau chicos y adentro! ...los Castillo.
Hoy no sé porqué me acordé de ellos, será que me crucé con un morochito parecido a Carlitos, el Castillo que decía ser mi novio, mi primer novio, el novio de la medianera el que me cubría cuando me picaban en la escondida y que aceleraba las patitas para gritar ¡piedra libre a todos mis coommmpañeros!!!!!!!
Ay , sí, sí yo viví al lado de los Flanders y a mucha honra.
sábado, 3 de mayo de 2008
El Negro
Cuando ví caminando a ese hombre canoso con un bolsito marinero, saquito azul, ensimismado vaya a saber en cuántos sacos o pulovercitos viejos , digo, cuando lo ví caminando por la calle en la que mil veces pasé, me acordé del Negro.
Me acordé de su vida, me acordé de su muerte, es decir: me acordé de lo poco que sabía de él, porque uno se da cuenta de que sabe poco de la otra persona cuando se muere...
Un día se quedó sin laburo, el laburo que quedaba sobre la misma calle én que ví caminar al otro, hoy construyeron un country pedorrísimo de colores llamativos donde antes los obreros se cargaban fierros o palas, ahí donde siempre lo veímos al Negro al pasar con el colectivo...
Cuando se quedó sin trabajo nos dimos cuenta porque lo veíamos más seguido en el barrio. Iba caminando hacia la esquina a las tardecitas para esperar a su mujer (que volvía de "su" trabajo); lloviera o tronara con paragüas o no llegaba a la parada del colectivo siempre a la misma hora.
Fuimos siendo testigo (sin saberlo claro) de un suicidio lento, muy lento.
Ahora viene a mi cabeza la imagen de este hombre y mis pensamientos de entonces, así como en un flash recuerdo que me decía a mí misma :"se avejentó, ya no se tiñe más el pelo, ya no se pasa la gomina"...no, no me daba cuenta...
Un día, esa esquina no lo tuvo a él esperando, supimos que fue hacia las vías, paró en el boliche, tomó un trago de vino y salío caminando entre los rieles a la busca del tren que lo llevaría a otra vida, a otro lugar donde seguramente trabajaría, tendría ganas de peinarse con cuidado o simplemente se sentiría así de importante como cualquier trabajador que trabaja.
Sea como sea siempre llevaré en mi retina la imagen del Negro caminando con la bandera argentina sobre los hombros, festejando cuando en el mundial salimos subcampeones , y tu voz coreando ¡Argentina! ¡Argentina! retumbando en la cuadra...
Así prometo acordarme siempre de vos Negro, el viejo vecino que sin importar el resultado victoreaba a su equipo...
Me acordé de su vida, me acordé de su muerte, es decir: me acordé de lo poco que sabía de él, porque uno se da cuenta de que sabe poco de la otra persona cuando se muere...
Un día se quedó sin laburo, el laburo que quedaba sobre la misma calle én que ví caminar al otro, hoy construyeron un country pedorrísimo de colores llamativos donde antes los obreros se cargaban fierros o palas, ahí donde siempre lo veímos al Negro al pasar con el colectivo...
Cuando se quedó sin trabajo nos dimos cuenta porque lo veíamos más seguido en el barrio. Iba caminando hacia la esquina a las tardecitas para esperar a su mujer (que volvía de "su" trabajo); lloviera o tronara con paragüas o no llegaba a la parada del colectivo siempre a la misma hora.
Fuimos siendo testigo (sin saberlo claro) de un suicidio lento, muy lento.
Ahora viene a mi cabeza la imagen de este hombre y mis pensamientos de entonces, así como en un flash recuerdo que me decía a mí misma :"se avejentó, ya no se tiñe más el pelo, ya no se pasa la gomina"...no, no me daba cuenta...
Un día, esa esquina no lo tuvo a él esperando, supimos que fue hacia las vías, paró en el boliche, tomó un trago de vino y salío caminando entre los rieles a la busca del tren que lo llevaría a otra vida, a otro lugar donde seguramente trabajaría, tendría ganas de peinarse con cuidado o simplemente se sentiría así de importante como cualquier trabajador que trabaja.
Sea como sea siempre llevaré en mi retina la imagen del Negro caminando con la bandera argentina sobre los hombros, festejando cuando en el mundial salimos subcampeones , y tu voz coreando ¡Argentina! ¡Argentina! retumbando en la cuadra...
Así prometo acordarme siempre de vos Negro, el viejo vecino que sin importar el resultado victoreaba a su equipo...
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