domingo, 11 de mayo de 2008

El ajedrez y la Defensa Siciliana


Supe del juego desde chiquita cuando por jugar una partida a mi Viejo se le olvidó de mi existencia y entré a caminar por las vías del tren.
Aún retengo la imagen de esa rubia grandota que me tomó de la mano y me dijo:
-"Yo a vos te conozco...¿qué haces solita por acá?"
y me llevó a casa.
Fueron mis inicios en el "juego ciencia".
Por las noches en casa sólo se lo veía al "hombre" cuando no había torneo y si se le escapaba la liebre y no se inscribía en ninguno, siempre era bueno el momento para despejar lo que hubiera sobre la mesa y deslizar el pesado elemento de madera donde se apoyaban los "cositos ésos" .
Moverlos, mirarlos, moverlos mirarlos moverlos mirarlos hasta que la cabeza necesitara soporte y ahí blandía su mano izquierda, codo sobre la mesa, cabeza sobre su mano...
Miraba como miraba el Sargento Saunders en Combate,( la serie) a los mapas para planificar el ataque y, efectivamente eso era: un ataque.
No sabía cual era el negocio estar ahí con cara de sufrimiento si se decía que era un juego.
Entonces no lo sabía, ahora lo sé: le gustaba sufrir
Fue así que con el correr de los años supe ver a mi Viejo ("el hombre") alterado, sonriente, ofuscado, soñador...siempre dependiendo su estado de ánimo del compás de las pérdidas o ganancias en las partidas.
También supe de grandes ausencias (torneos en el interior del país) o cortas ausencias (torneos de ping-pong de ajedrez por las noches).
El ajedrez fue el responsable de sus "no" presencias cuando estuve enferma, cuando mi Vieja estaba enferma, cuando había un cumpleaños y no se iba por algún torneo y así...años y años...
Cuando la Vieja murió sabía ubicarlo a Él como era lógico en el Club, un lugar de antología, una vidriera en donde se exponen los más maravillosos especímenes para estudiar.
El Viejo supo seguir llenando esos vacíos en ese Club y porque era despues de todo Su hogar, fuese donde fuese, se casara con quien se casara a todos y a todas siempre "nos visitó" pasó por nuestras vidas y siempre volvió a Su Club, Su hogar. Fue donde eligió vivir y donde lo hallaron una madrugada en el piso, cerca de los tableros que tantas veces vapuleó...
y ahí está todavía gritando ¡Jaque mate! para
todos

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