Un olorcito fresco como una mañana recién comenzada, olorcito mezclado con mate cocido derramado sobre la hornalla, muy cerca de mis oídos un tango cantado por Floreal y acompañado por la voz de mi Viejo, todo esto claro marcado ruidosamente por las planchas que giraban para cocinar la masa de los cubanitos, a veces la música cambiaba y era un estridente Bethhoven (o como se escriba) con su quinta sinfonía, tan constante y consecuente que la podía bailar de memoria...
mi Viejo sudaba encorvado sobre las llamas con un molde en la mano en forma de cucurucho o el otro: un palito para enrollar los cubanitos, siempre recuerdo sus ilusiones, ésas las de vender mucho más y que la fábriquita fuese un éxito, ¿adivinen?
ajá...para que lo fuera hacían falta más manos trabajando y eso iba a ser imposible, Pastora no admitía hombres extraños en la casa, así que pasado un tiempo, se acabó el ensueño y la máquina pasó a mejor vida en manos de otro, un tal Gainza...
de todo eso me acordé hoy, escuchando a Bocacci en la radio y a fuer de ser sincera me hizo sentir segura como en mi casa materna, donde nada malo me podía pasar, donde el que se me acercaba era para darme afecto, sí como en mi casa al lado de Mamá y Papá, por eso esta mañana el olorcito me hizo sentir una vez más feliz.
1 comentario:
que lindo es cuando los olores nos trasladan a tan bellos recuerdos!
me da pena arruinar esta entrada, comentandote que ya se manejar, tengo sacar unas clases teoricas que siempre son una complicacion y me voy con el instructor todo el dia a rendir! ya les contare... besos!
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