jueves, 18 de octubre de 2007

Las tardecitas de Buenos Aires tienen ...


La tardecitas eran relindas, mientras un señor llamado Aldao nos decía. " Sin ustedes ahí, nosotros aquí ¿para qué? mi Vieja y yo sentadas en nuestras sillitas materas o a la mesa de nuestra cocina, nos enamorábamos una y otra vez de Passano con esa sonrisa cautivante dirigida a Ella: Lolita, la que cantaba como ninguna, la que nunca se besaba en público, todavía oigo a mi Vieja comentando que-" eso era lo correcto, que una mujer que se precie de tal nunca, jamás de los jamases debe quedar como una cualquiera porque, para ella evidentemente una mujer que amaba sin tapujos adelante de todos era....¡cha-chan!: ¡una cualquiera!..."

pobre mi Vieja bah! digo pobre por decir, nunca fue conciente de que amar podía tener muchas aristas, su educación fue otra. Cuanto más tiempo pasa en mis días de adulta más me pregunto como debe de haber sido su infancia. Sólo deduzco cosas, por hechos aislados, y sí pobre...algún día cerraré ese círculo de probabilidades y sabré a ciencia cierta como se sucedieron los hechos que desembocaron con mi Vieja en un colegio de monjas, con tías que no eran tías y sucesivas incógnitas, en fin algún día...por ahora me regodeo con esas tardecitas de historias de amor y con mi Vieja a mi lado dandome consejos, y vuelvo a ser feliz.

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