Aquel sillón no era muy cómodo ¡qué va! digamos muy incómodo para ser precisos, uno se hundía en el asiento y la espalda quedaba en un arco perfecto que auguraraban futuros dolores, pero eso no importaba, junto a ella estaba quien le entrelazaba las manos y era como si mágicamente cualquier atisbo de incomodidad se fuera.
Casi automáticamente cada vez que Él tomaba sus manos, su cabeza se ladeaba sobre su brazo, y esto porque no llegaba a su hombro, sentía a la vez el calor y ese olorcito peculiar que irradiaba, (en aquel tiempo era muy de hombre usar Olds Spyce, creo que así se llamaba) .
Nada ni nadie podía romper ese encanto sólo el Padre si llegaba a adelantar su llegada, de lo contrario todo era calma, la luz de la tele iluminaba el cuarto, solo esa luz y de vez en cuando la luz de un pucho...
ay! esos viejos Particulares 30 que delataban nuestra permanencia ahí en ese sillón,
ahí y con tanto amor para darnos, ahí y sin pensar en nada más que en el ahí...
es todo y una vez más la imagen se fue...como cuando se apaga una vieja tele.
1 comentario:
hola! veo que trasladaste cosas de tu otro blog y esta muy bien! quedo lindo, lo vi hace unos dias.
a los chicos del megafono solo los escucho por internet cuando las circuntancias me lo permiten. saludos y gracias por visitarme! (yo vengo siempre aunque no comente!)
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