Los conocí hace un año, meses más, meses menos. Él lucía una barbita candado, unos cuantos kilos de más y una sonrisa despareja pero cálida, Ella era portadora de unos ojos brillantes y una sonrisa resplandeciente. Ni más ni menos que una pareja común. Sólo se diferenciaban de los demás en que el negocio no era "EL" negocio sino una pequeña parte de su vida, el negocio se cerraba cuando ellos querían compartir mateadas junto al río hablando de los hijos y de la pesca. El negocio familiar quedaba atrás si necesitaban unos días "a solas" bajo cualquier sauce llorón.
Lo importante era como desde los trece años en que se conocieron, lo importante era estar juntos.
Es raro decirlo, fue raro saberlo, porque siempre es raro enterarse de las ausencias permanentes que producen las muertes. Ésta quizás sea para todos una muerte más. Para mí no. Llegar al lugar preguntar por Ana y escuchar desde lejos la voz de su Amor diciendo.
- A Ana no la vas a ver más.
Me heló la sangre, me culpé por lo inoportuna y me sumí en las lágrimas de ese hombre que se estaba yendo de a poco con Ella. Ahora ya no importa ni cómo ni porqué, el asunto es que se fue, seguramente junto a un río sonoro esperando a su Amor de toda la vida...
Me quería despedir, es todo, fue un aprendizaje conocerlos.
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