Amada mía:
¡Qué reguero de sangre es lo nuestro!.
Las provincias ya no están unidas ¿qué será de vos y de nuestros hijos?
Estoy tan solo
Rodeado de gente extraña, de caras aindiadas y sin vosotros ¡ay de mí!
¡Te habrás enterado de los vejámenes a los que fuí expuesto?
La cárcel, la soledad, pero luego, no te asustes, abogaron por mí. Tomás, el general Don José
En fin,
Ahora tengo hacienda, peones, pero, no tengo a los míos .
Tanta soledad en Alta mar
tanta soledad en Alta tierra .
Dicen que uno muere como vivió
¿Será verdad Vida mía?.
¿Será verdad?
Carta de Bouchard a su esposa
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