martes, 18 de diciembre de 2007

Carta de Karl Marx a Jenny Westphalen


21 de junio de 1856, Manchester
Querida pequeña: te escribo nuevamente porque me encuentro solo y porque me molesta dialogar contigo en pensamiento, sin que tú lo sepas, sin que puedas escucharme y contestarme. por mal realizado que esté tu retrato, me es de gran ayuda(...)
me hallo con que mis ojos, desgastados por la luz de la lámpara y el humo del tabaco, son capaces, pese a todo, de pintar una imagen, no sólo en sueños, sino también cuando los tengo abiertos. Estás ante mí en carne y hueso, y te poseo entre mis manos. Te abrazo desde los pies hasta la cabeza, y caigo de rodillas ante ti y gimo:
"Señora os amo". Y te amo en verdad más de lo que el Moro de Venecia pudo nunca amar. El mundo falso y podrido comprende falsa y suciamente todos los caracteres.
¿quién entre mis numerosos calumniadores y mis venenosos enemigos, me ha reprochado jamás tener vocación por jugar los primeros papeles de galán en un teatro de segundo orden? Y sin embargo es cierto. Si esos granujas hubiesen sido astutos, habrían pintado por una parte " las condiciones de la producción y de la circulación (de las mercaderías)" y, por otra, a mí a tus pies. Y habrían escrito debajo: Look to this picture and to that. Pero son muy bestias y lo seguirán siendo in saecula seculorum. Una ausencia momentánea resulta apropiada, porque las cosas presentes se ven de manera demasiado semejante como para poder distinguirlas. Incluso las torres, cuando están cerca, parecen pequeñas, mientras que lo que es pequeño y cotidiano, considerado de cerca se agranda(...) Basta que te alejes de mí para que yo sepa, de inmediato, que el tiempo lo ha acrecentado, así como el sol y la lluvia hacen crecer las plantas. Mi amor por ti, tan pronto te alejas, aparece tal cual es: gigantesco, y en él convergen toda la energía de mi espíritu y todos los impulsos de mi corazón. Me considero un hombre, nuevamente, porque experimento una gran pasión, y la complejidad en la que los estudios y la formación moderna nos envuelven y el escepticismo con el que criticamosnecesariamente todas las impresiones subjetivas y objetivas están hechos precisamente para obligarnos a sentirnos pequeños, débiles, quejumbrosos e indecisos. Pero el amor, no por ser de Feuernach, no por la trasmutación de Molechott, no por el proletariado, sino el amor por la amada y especialmente por ti, vuelve a convertir al hombre en un hombre. Seguramente sonreirás, mi querida y te preguntarás por qué, de pronto, me lanzo a toda esta retórica(...) Ovidio fue proscripto por el emperador Augusto. En cambio, yo he sido proscripto por ti, y ni el propio Ovidio ha conocido este destino. Hay en verdad, muchas muchachas y algunas de ellas son hermosas ¿Pero dónde podría yo volver a hallar un rostro del que cada rasgo, incluso cada arruga, despertase en mí los mayores y más dulces recuerdos de mi vida? Mis dolores eternos, las pérdidas irreparables que he experimentado, los leo en tu dulce rostro y me quiebro de dolor cuando lo beso. "Sepultado en sus brazos, resucitado por sus besos", en tus brazos, por tus besos
tu Karl

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