La verdad, la posta es que quiero escribir y hacer catarsis...olvidarme de las lágrimas y sonreír
en vano meto en mi mente la consigna que sonriendo genero endorfinas, bailo, busco chistes pero las lágrimas ahí están ¡qué imagen patética doy! ¿no?, pero siguiendo en mis trece, llamando a tomar poseción de la cabra que llevo dentro, me muevo, me muevo ora para aquí ora para allá pero me muevo, mi nuevo objetivo así rutinario y casero es poner a punto mi nueva biblioteca y como la vida da respiro vuelvo a descubrir palabras por ahí leídas y olvidades entre polvillo y telarañas...sí mugre bah! libros abarrotados en cajas, más viejos que la injusticia y algunos inútiles y carcomidos por bichos, pero ahí están testigos no tan mudos de todo lo que llevo en mi mente y no sabía, versos olvidados que me conmovieron y aún me siguen conmoviendo...y ahí están las lágrimas ¡qué densa! pero inevitables al leer estas maravillas, miren sino, cortitos y al pie:
Entre sus ropas solo hallaron vagas
direcciones; bocetos de poemas,
sueños sin empezar; un pucho y nada.
Nada más que tristeza.
En su nombre recuerdo a los que no llegaron
y sin gloria partieron hacia el final exilio
y en quienes se escondía la esencia de la llama.
El barrio se jactó de exhibir su figura
pintoresca y romántica
definida en la vieja corbata de Lavaliere
a la luz melancólica de la luna barata.
Gambeta del azar, trampa del tiempo, parábola cruel.
Buenos Aires devora a los tipos que ama:
con él se ha ido el último bohemio de Café.
R. G. Tuñón
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