Marie Farrar, nacida en abril, menor, sin señas particulares, raquítica, huérfana, hasta el presente no fichada, dice haber asesinado a un niño de la siguiente manera: Que ya en el segundo mes intentó en lo de una mujer que vivía en un sótano abortarlo con dos inyecciones, que declara fueron dolorosas. Pero no quiso salir. Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
2 A pesar de ello dice haber pagado en el acto lo convenido y desde entonces haber usado faja, también bebió kerosen con pimienta molida; pero que todo eso no hizo sino provocarle diarrea. Que su cuerpo se hinchó a ojos vistas y que tuvo dolores agudos, mientras lavaba los platos, muchas veces. Ella misma, dice, aún no había dejado de crecer. Que le rezó a la virgen, con mucha esperanza. En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar, Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
3 Al parecer, las oraciones no dieron resultado. También, era mucho pedir. Cuando se puso más gruesa le daban mareos durante la misa. Sentía el cuerpo húmedo de miedo, cuando se arrodillaba al pie del altar. Sin embargo, mantuvo en secreto su estado, hasta que finalmente la sorprendió el parto. Pudo ocultarlo todo, seguramente porque nadie creía que ella tan sin gracia, hubiera caído en la tentación. Y a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Puesto toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
4 Que ese día, según ella, muy de madrugada al lavar la escalera sintió que le clavaban uñas en el vientre. El dolor la estremecía. Y, sin embargo, logró disimularlo. Todo el día. Mientras cuelga la ropa la cabeza le estalla: de repente se da cuenta que va a parir y siente un gran peso sobre el corazón. Solo muy tarde sube al cuarto. Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
5 La llamaron de nuevo cuando ya se había acostado, había nevado y tuvo que barrer. Así hasta las once. Aquel fue un largo día. Solo entrada la noche pudo parir en paz. Y dio a luz, así declara, a un niño varón, a un hijo que era igual a otros hijos, pero ella no era igual que otras madres, eso quiero aclararlo sin ironía y sin mayor motivo. En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
6 Dejémosla que siga relatando lo que con ese hijo pasó (dijo que no pensaba guardarse una palabra) para que todos lo sepan y se ubiquen. Dice que a poco de acostarse sintió intenso malestar, sin saber qué podría ocurrir, pues estaba sola, y que se forzó a no gritar. Y yo a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás. 7 Con sus últimas fuerzas, dice que luego, como su cuarto estaba helado, se arrastró hasta el retrete y allí (no recuerda exactamente en qué momento), sin más vueltas, parió hacia el amanecer. Dice que entonces se sintió muy confusa, y luego, ya medio congelada, porque en el baño de servicio entra la nieve, apenas tuvo fuerzas para alzar al niño. En cuanto a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
8 Luego, entre el baño y la pieza –dice que hasta entonces no había pasado nada-, la criatura comenzó a gritar, eso la alteró de tal manera, que la golpeó con ambos puños y con fuerza, ciegamente, dice, hasta que se calló. Luego de ello se llevó el cuerpito consigo a la cama por el resto de la noche y de mañana lo escondió en el lavadero. Pero a ustedes, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás.
9 Marie Farrar, nacida en abril, muerta en la prisión de Meissen madre soltera, sentenciada, quiere mostrarles los sufrimientos de todas las criaturas. Ustedes que dan a luz en limpias camas de maternidad y llaman “benditos” a sus vientres preñados quieran no condenar a los débiles perdidos pues sus pecados fueron duros y su dolor fue grande. Por eso, les ruego, se abstengan de juzgar Pues toda criatura necesita ayuda de todas las demás
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