miércoles, 6 de febrero de 2008

Seguimos en la vereda


El fondo tendría alrededor de 20 metros, llegabas por un pasillo bordeado de plantitas de hojas grises unas de bordó otras, ah! y una gran retama, olorosamente amarilla de la cual colgábamos una hamaca, el pasillo se abría a un patiecito en cuyo rincón se erigía orgullosa una banca con respaldo de ésas que hacía mi Abuelo con restos de azulejos, en el otro rincón se erigía, no menos orgulloso un horno de barro que nos hacía las delicias de mi Abuela (siempre cocinó bien ésa guacha) y en dónde nos escondíamos con mis primas para jugar a los agentes de Cipol...y bueno cá uno es cá uno y cá cual es cá cual!
pasabas el patiecito y ¡guau! una arboleda de frutales...bueno ni tanto, era un ciruelo rojo, otro blanco, un duraznero, otro, en un costado como observando un limonero que andaba dos por tres cubierto de azahares( por lo menos así lo recuerdo yo) y, que se peleaba los aromas con el gallinerito que tenía la Vieja (qué manía, pensaba yo) y en dónde tiraban los restos de comida para los pollos ¡puaj, qué asco!
y atrás de todo, gloriosos, inconmensurables las dos higueras, de donde podías ver a la humanidad comiéndote sus frutos...bah....humanidad, lo que se dice humanidad, no...pero sí las casas de los de atrás o los deal lado...
todo era una aventura, pero ¿qué quieren que les diga?, lo mejor, lo mejorcito estaba a 30 metros más allá, lo mejor lo más misterioso, estaba al final opuesto del pasillo, sÍ adivinaron...¡la calle!
cada propaganda de la tele era la excusa para volar hacia ella, aunque no la abriésemos, era asomarse al mundo ¡al Mundo! y así volver corriendo otra vez a los brazos de mi Vieja con su café con leche de cada tarde antes de que bajara el sol en la vereda y ahí sí participar de la gran aventura de llevar las sillas a la puerta!

1 comentario:

Ispilatze dijo...

Otra entrada deliciosa.
Acabo de verte dirigiéndote por la veredita... ¡¡al mundo!! al otro lado de la verja.
Para por fin, volver a refugiarte al calor de "tu vieja" y su taza de café.
Las que nacimos en ciudad cerrada nos perdimos mucho de esto. Algunas intentamos recuperarlo reconciliándonos con el campo, los frutales y las vereditas de mayores (osea: abrimos la verja en el otro sentido...)
otro hasta pronto y un beso, hala. jeje