Problemas de la vida
"...En lo que respecta a la jornada de ocho horas, ésta es ya una adquisición directa de la revolución, y una de las más importantes. La jornada de ocho horas aporta de por sí un cambio radical en la vida del trabajador, liberado de trabajo en la fábrica de dos tercios de la jornada. Es la base de un cambio fundamental en lo referente a la vida obrera, al desarrollo cultural, a la educación, etc, pero no se trata sino de un punto de partida. La vida del trabajador, será tanto mejor, tanto más cabal y sustancial cuanto más el estado sepa utilizar con discernimiento el tiempo de trabajo. La importancia de la conmoción de octubre, ya lo hemos dicho, consiste precisamente en que los éxitos económicos de cada obrero suponen automáticamente un alza del nivel material y cultural de la clase obrera en su conjunto. "Ocho horas de trabajo, ocho horas de sueño, ocho horas de tiempo libre" así reza la vieja divisa del movimiento obrero. En las condiciones nuestras, cobra un sentido novísimo: mientras más productivas sean las ocho horas de trabajo, mientras más se realicen las ocho horas de sueño en buenas condiciones de limpieza y de higiene, más sustanciales y de un nivel cultural más elevado serán las ocho horas del tiempo libre.
Por consiguiente, la cuestión de las distracciones reviste una enorme importancia en lo tocante a la cultura y la educación. El carácter del niño se manifiesta por el juego. El carácter del adulto se expresa con mayor fuerza a través del juego y las distracciones. Los juegos y las distracciones pueden también contribuír ampliamente a la formación del carácter de toda una clase, cuando esta clase es joven y marcha hacia adelante, como lo hace el proletariado...
El estado obrero no es ni una orden religiosa ni un monasterio. Tomamos a los hombres tal como los ha creado la naturaleza y como la antigua sociedad los ha educado en parte, y en parte estropeado. En el seno de ese material humano vivo, buscamos donde asentar las palancas del partido y del estado revolucionario. El deseo de divertirse, de distraerse, contemplar espectáculos y reír, es un deseo legítimo de la naturaleza humana. Podemos y debemos conceder a esa necesidad satisfacciones artísticas cada vez mayores, sirviéndonos al mismo tiempo de esa satisfacción como medio de educación colectiva, sin ejercer tutela pedagógica o constreñimiento para imponer la verdad..."
Que se puede agregar a esto que no suene repetitivo, esto fue escrito por León Trotsky el siglo pasado.Adjunto a estas palabras una foto de quienes seguimos luchando por la revolución socialista.
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